Opinión: Apuntes para un nuevo pacto fundacional

Por Antonio Muñiz, presidente del PJ Luján

«La política es conflicto, pero también la capacidad de aunar y conducir fuerzas diversas». Juan D Perón

«La verdad se construye en el diálogo social y en la comprensión mutua de las personas y no en los dogmas». Gianni Vattimo

La destrucción que el modelo neoliberal macrista ha provocado en la economía real de los argentinos ha generado las condiciones para que Alberto Fernández plantee la necesidad de un acuerdo social. A su vez Cristina Fernández de Kirchner lo propuso como «un nuevo contrato social de ciudadanía responsable”.

Alberto Fernández presentó la necesidad de avanzar en acuerdos con la industria, el campo y los gremios «en el marco de un pacto social». La destrucción de la rentabilidad de las empresas y la licuación del salario en estos casi cuatro años de otro fiasco del neoliberalismo han conseguido la convergencia inmediata de esos intereses. El desafío principal es lograr una confluencia rápida para salir del fondo del pozo al que fueron arrojados por el gobierno de Macri.

«Significa ponernos de acuerdo entre todos en que durante 180 días podamos recomponer salarios sin que esto signifique aumento de inflación».

La estrategia elegida por todos los gobiernos anteriores desde la recuperación democrática fue el de construir una hegemonía, sin la “búsqueda de acuerdos corporativos”, que les permitiera ordenar el conflicto por la puja distributiva. Visto el fracaso de esas experiencias políticas, en cuanto a estabilidad y crecimiento macro económico, es necesario replantearse si no es necesario una gran mesa de concertación donde equilibrar los intereses corporativos de cada sector en un plan de crecimiento y desarrollo donde en la estrategia de negociación se dé la ecuación “ganar – ganar”.

Si se lograra este objetivo, sería desde ya, un éxito; aunque tal vez sea necesario doblar la apuesta y convertirlo en el puntapié inicial para construir un acuerdo amplio para comenzar a plasmar un tránsito hacia una sociedad más justa y equilibrada, a pensar un plan de desarrollo social, político y económico a 20 o 30 años. O sea trabajar para la construcción de las bases para un nuevo pacto fundacional entre los argentinos.
El desafío mayor del gran acuerdo social es encontrar la forma de ordenar la grieta histórica sobre el proyecto de país. No es una tarea menor administrar el péndulo político y económico de la Argentina.

La historia argentina permite ver que el péndulo se encuentra en el conflicto irresuelto sobre el proyecto de país. Uno pretende un país proveedor de commodities agropecuarias, mineras y energía, e integrado al mundo en lógica rentística financiera, que implica una integración y subordinación a la potencia imperial del momento. Mientras el otro aspira a un país industrial, de mercado interno y pleno empleo, integrado socialmente e independiente de las potencias para fortalecer el desarrollo nacional.

El macrismo en su desastre económico mostró una vez más la inviabilidad de un modelo de primarización de la economía , ya se vio claramente la falta de sustentabilidad en el tiempo de un modelo que deja afuera del circuito trabajo – producción – consumo a más de la mitad de su población.
Para romper eses lógica pendular, el gobierno de Fernández-Fernández tendrá que constituir una alianza política, económica y social lo suficientemente fuerte que le de sustento político.

El fracaso de otro experimento neoliberal, que al igual que el de la última dictadura militar y el de los noventa de la convertibilidad, concluye en un nuevo default de la deuda y en otra crisis de proporciones, muestra la necesidad de encarar otros caminos y pensar otras estrategias.

Este nuevo fracaso y su crisis consecuente abren las puertas para que el próximo gobierno genere políticas activas de participación ciudadana a fin de poner en debate los modelos en cuestión. Es una oportunidad de dar una gran batalla cultural y política, que ponga blanco sobre negro cual es el proyecto de país que los argentinos queremos para nuestras futuras generaciones. Es necesario poner en marcha espacios de debate y discusión en todos los ámbitos, desde las organizaciones vecinales hasta los claustros universitarios, para terminar plasmando en papel un modelo de país consensuado y acordado por las mayorías.

También esta experiencia de ampliar la participación ciudadana permitirá romper los estrechos moldes de las instituciones democráticas y las lógicas corporativas de los grandes grupos económicos y mediáticos, que están pretendiendo condicionar al futuro gobierno

Un vez más, la salida es la política

El primer paso es el logro de un gran acuerdo político que dé inicio y marcó al proceso. Este acuerdo debe ser construido convocando a todos los partidos políticos, comprometidos con la democracia y los intereses nacionales. El segundo paso es la ampliación a un ámbito mayor, donde participen las organizaciones gremiales, empresarios, las iglesias, lo movimientos sociales, etc, en una gran mesa de debate y discusión, pero con el claro objetivo de abrir y llevar el debate a las bases. El compromiso de todos debe ser pensar la Argentina para los próximos 50 años, construir mecanismos de planificación participativa y sobre todo la construcción de consensos, de un pacto de convivencia a mediano y largo plazo.

Se debe partir de algunas premisas que no pueden ser puestas en duda. El primero y más trascendental: “El poder emana del pueblo. El único soberano es el pueblo”.

El segundo es el compromiso de todos de construir una democracia social, directa y participativa. La lógica imperante en nuestra actual constitución, que se basa en que “el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes…” es un concepto que debe ser borrado. Si el único poder emana del pueblo, es el pueblo quien delibera y gobierna. En esta lógica es necesario la construcción de instituciones que permitan y faciliten la participación popular en la toma de decisiones. La democracia social se asienta en la organización popular y en el poder popular.

A título solo enunciativo detallamos y desarrollamos a continuación algunos de los grandes temas que deben someterse al debate. En un proceso de participación activa estos títulos se convertirán en disparadores de otros y a su vez se profundizaran los ya planteados.

Planificación y rol del estado

Las diversas experiencias de modelos comparados basados en el caso de países exitosos, coinciden en que resulta fundamental la existencia de un Estado fuerte y activo. Con capacidad de intervenir en la economía y de actuar de árbitro en los conflictos, pero también de disciplinar y de asegurar una relativa igualdad en las condiciones de negociación entre los distintos actores.

El Estado debe recuperar su capacidad para disciplinar a las elites capitalistas. Además de dar créditos, subsidios y ayudas varias, los gobiernos deben poder reclamar en contra parte que las empresas aumenten sus exportaciones, inviertan, innoven e impulsen el cambio tecnológico.

Es imprescindible romper con los tabú que la ideología neoliberal nos ha impuesto en los últimos 40 años: la planificación de la economía y del desarrollo industrial y el estado empresario.

Por supuesto la planificación no puede ser hecha por tecnócratas a espaldas de los actores de la vida económica ni impuesta de arriba hacia abajo, por el contrario tiene que surgir de una activa participación de todos los sectores involucrados. Además debe ser flexible, de rápida adecuación a los errores o las desviaciones detectadas.

Al Estado le cabe la responsabilidad llevar adelante a través de mecanismos de participación activa de los actores económicos, cámaras empresarias, sindicatos, organizaciones sociales, etc., la formulación de un proyecto político, económico, productivo y social a ejecutarse en un periodo dado. Y tendrá que cumplir también un rol de inversor y en ocasiones de estado empresario en aquellos sectores donde el sector privado no puede o no quiere participar o que por razones estratégicas sea imperioso que el estado tenga participación activa.

Industrialización

Otro concepto fundamental es que no hay soberanía nacional sin alcanzar la industrialización. En el debate se debe poner énfasis en la exposición del fracaso del modelo neo liberal agro exportador, que es necesario poner fin al falso dilema campo – industria. Que es necesario tener políticas económicas de convergencia y mostrar el papel activo del Estado en el desarrollo de los países.

Es vital entender como país que una salida para salir de los continuos fracasos en industrializar las materias primas que producimos, agregar valor a través de la investigación y el desarrollo. En vez de exportar commodities exportar valor agregado con el consiguiente mayor ingreso de dólares por exportaciones.

Las políticas de fomento a la industria deben ir acompañadas de un fuerte compromiso del sector industrial de cumplir con los objetivos planteados por los acuerdo, un adecuado abastecimiento del mercado interno, mantenimiento de precios, cumplir metas de exportación, etc, a cambio de recibir los beneficios de la promoción.

Otro concepto clave para desarrollar, y para el cual hay que dejar atrás la lógica neoliberal imperante. El ahorro interno debe ser para financiar el consumo, la vivienda y la producción de los argentinos. Hay que desacoplar la lógica rentística financiera de la banca pero también de sectores económicos parasitarios q tienden a apropiarse de los recursos nacionales a través de volteretas financieras y terminan fugando el ahorro interno.

Ciencia y tecnología

La alternativa surge clara, tenemos que desarrollar en el país la tecnología que nutra permanentemente a nuestra industria. Deben quedar claro estos conceptos esenciales: sin tecnología nacional no habrá una industria realmente argentina, y sin esa industria podrá existir crecimiento pero nunca desarrollo.

Un área donde el estado debe tener un rol preponderante, tanto solo, o asociado al sector privado es en el desarrollo científico tecnológico. Es necesario articular las áreas del conocimiento y el desarrollo tecnológico del estado: universidades, Conicet, Inti, Inta, etc, con el sector privado a fin de desarrollar ciencia y tecnologías propias. Existe hoy una oportunidad, estamos ante otra revolución industrial, subirnos a ella pensando nuestro propio desarrollo, nos permitiría pegar el salto tecnológico, que nos pondría a la par de las naciones centrales. Esto no es un proceso mágico, requiere recursos, convicción, planificación y una guía fuerte del estado.

Acceso a los derechos básicos

El nuevo estado debe garantizar el acceso a cubrir las necesidades básicas de toda la población. El programa hambre cero que lleva adelante el gobierno nacional debe ser el primer paso de una estrategia permanente de reducir la pobreza y permitir el acceso de todos los argentinos en el circuito de trabajo – consumo – ciudadanía. El derecho a la tierra, a una vivienda digna, a la educación en todos sus niveles, a la salud, a una vejez digna, etc, no pueden ser patrimonio para unos pocos sino un derecho para todos. Cuarenta años de neo liberalismo nos llevaron a estos índices de pobreza e indigencia, pero también a creer que la pobreza es algo natural y que, de última, es culpa de los pobres, sin entender que esta es producto de la mala distribución de la riqueza.


La comunidad toda debe asumir el compromiso de articular los mecanismos de inserción social, redistribución de la riqueza, acceso al trabajo, etc, que permita una rápida disminución de esos índices, hasta llevarlos a los mínimos posibles.

Democratizar la justicia

En los últimos años hemos visto con estupor y asombro como el sistema judicial federal fue siendo cooptado por elementos ajenos al mismo, como los servicios de informaciones, operadores políticos, periodista o empresarios de los medios, servicios de informaciones de otros países, y la injerencia siempre presente de la Embajada y el DE norteamericano, etc. esta coptación tuvo la finalidad de utilizar a la justicia como un medio para perseguir, castigar o amedrentar políticos opositores y dirigentes gremiales y sociales, que no se subordinan al poder neo colonial yanky en la región.

El fenómeno no es nuevo y se repite como un calco en toda Latinoamérica, Hasta el mismo Papa Francisco denunció estas prácticas de “lawfare” o guerra judicial como herramienta de control sobre opositores. El vicepresidente ecuatoriano, preso por “sedición” o la prisión escandalosa de Lula en Brasil, que le impidió ser candidato en su país. En Argentina las prisiones políticas son moneda corriente, con causas armadas, tribunales y jueces especiales, prisiones preventivas sin sentencias, fraguado de pruebas, etc, todos destinados a perseguir a dirigentes kirchneristas.


Es indudable que un sistema democrático no puede convivir con uno de los poderes del Estado en ese nivel de corrupción: es fundamental poner punto final a esta vergüenza, para lo cual es necesario llevar adelante reformas estructurales que permitan democratizar la justicia, despolitizarla, controlar el accionar de jueces y fiscales, mejorar la capacitación y la selección de sus miembros, etc. Este proceso requerirá de un amplio debate con participación ciudadana a fin de consensuar una salida.

Fuerzas armadas y la defensa nacional

Como resultado del sangriento hecho por las fuerzas armadas en 1976, la derrota militar de Malvinas y las asonadas de la década del 80 y principio de los noventa, las fuerza armadas cayeron en el descredito social y político. La falta de una hipótesis de conflicto en la región, la falta de un proyecto nacional y el avance de políticas de achique y ajuste de los programas neoliberales fueron vaciando de recursos humanos, materiales y de políticas a las tres armas. Hoy tenemos fuerzas ínfimas, sin capacidad operativa, cuando este país requiere de amplias fuerzas para cubrir defensivamente su territorio y sus recursos.


Es necesario además recuperar el rol de vinculación entre las fuerzas armadas y el proceso de industrialización del país. En ese marco reconstruir fabricaciones militares para desarrollar tecnologías para la defensa puede ser un motor de crecimiento de toda la industria nacional.
Consideramos urgente y central re-pensar el rol de las fuerzas armadas, y avanzar en su recuperación en el marco de un proyecto nacional de emancipación. Nuestro país tiene un territorio extenso y una larga plataforma marítima, una porción de su territorio ocupada por una potencia de la OTAN. En este contexto, no tener una profunda política de defensa nacional resulta suicida. Al mismo tiempo, dejar a las fuerzas armadas sin objetivos claros resulta claramente peligroso.

Pacto fiscal o una nueva ley de coparticipación

Desde hace décadas se viene arrastrando un debate inconcluso sobre la matriz impositiva de nuestra nación. Parche sobre parche con la única lógica de cubrir los desfasajes del desequilibrio fiscal, producto este de las políticas de ajuste permanente sobre nuestra economía y el pago de capital e intereses de la deuda externa. Sobre todo a partir de los noventa el problema se fue agudizando por los desequilibrios en las potestades tributarias y las responsabilidades de gastos entre la nación y las provincias. Los gastos se descentralizan en los gobiernos de provincias y municipios pero los recursos se centralizan en el nivel nacional. Así mientras los servicios básicos salud, educación, seguridad, son desfinanciados se sigue aumentando la presión tributaria sobre sectores populares y medios, a través de impuestos al consumo se disminuyen los impuestos al patrimonio o las ganancias, los bienes suntuarios, etc, que deberían pagar los sectores más ricos. Esta iniquidad también afecta a los sectores productivos que ven cargar sobre su a actividad una pesada carga, mientras las actividades parasitarias se ven beneficiadas por quitas importantes.


Es necesario dar forma a un nuevo esquema tributario más progresivo, que permita que el Estado se financie en forma sustentable, se eliminen los impuestos distorsivos y paguen aquellos que tienen capacidad contributiva. Al mismo tiempo es necesario re elaborar un nuevo Pacto Fiscal federal que respete e incremente las autonomías provinciales municipales.
Estas situaciones solo pueden saldarse a partir de construir propuestas y consensuar posiciones en el marco de un amplio debate.

La alta concentración de medios es contraria a la democracia

La alta concentración económica en la empresas de medios de comunicación, más la apropiación por parte de estos monopolios de las nuevas tecnología han generado una situación de riesgo manifiesto sobre las democracias y las libertades individuales. Ese control absoluto de la información y la emisión de la opinión, basados muchas veces en lo que eufemísticamente llaman la “pos verdad”, que no es otra cosa más que la mentira lisa y llana, disfrazada de verdad, busca y muchas veces lo logra construir una subjetividad, un sentido común, que beneficia sus intereses políticos y/o corporativos. Como lo vivimos en los países de la región la prensa se ha convertido en una herramienta poderosa en favor de ideologías e intereses imperiales.


Democratizar el acceso a la información, desmonopolizar al sector, abrir canales de participación ciudadana en el manejo de la noticia, se vuelve imprescindible. La ley de medios del gobierno kirchnerista y sobre todo los mecanismos de participación que le dieron forma muestran un camino. También hay que aprender de la experiencia: los que se ganó en la calle, luego se perdió en los pasillos de la justicia,

Integración latinoamericana

Es necesario generar un gran debate pero a la vez ir construyendo ese gran espacio latinoamericano, la Patria Grande. Esta construcción es legal, política, comercial, pero sobre todo cultural.

No hay posibilidades de desarrollo ni de liberación si no es formando parte de un proyecto continental.

Conclusión

Podríamos seguir citando temas y problemas que adolecen a la nación Argentina, hemos detallado solo algunos para tener una idea de la envergadura de la construcción de un nuevo pacto fundacional.
Creemos en la participación activa de los ciudadanos en el debate y resolución de los problemas, en la planificación participativa a través de las diversas y ricas organizaciones populares, en la construcción de abajo hacia arriba y en la política como el arma fundamental de los pueblos en la búsqueda de felicidad y grandeza.


El pueblo argentino tiene antecedentes y experiencia en la construcción de la patria, debemos buscar en nuestra historia aquellos elementos que nos pueden servir hoy. No como una lógica arqueológica de las ideas y de la historia, sino como trampolines que nos puedan lanzar al futuro como Nación.


Negros nubarrones se ciernen sobre nuestros países, solo con la organización, la movilización y la participación popular podremos construir una estrategia de defensa y resistencia.

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